Semanas atrás se presentó ‘Grupo Firme’ en el zócalo de nuestro país. Según el gobierno capitalino, ésta agrupación rompió un récord de asistencia: más de 280 mil personas; y según mis datos —sin pruebas pero tampoco sin dudas—, también se alcanzó otro récord: el de mayor cantidad de comentarios racistas y clasistas para los asistentes a un evento.
La gente más espantosa de todo el país. P.D. Nacos, piojosos, bestias y mugrosos. Igualitos a sus gustos “musicales”, vociferó un usuario en Twitter. El olor a naco mojado existe, dijo otro clasista en la misma red social. Durante el concierto se instalarán módulos de la SEP para que tramites tu certificado de primaria, espetó otra persona.
No es casualidad entonces que durante el último grito de independencia en la misma plaza donde se presentó dicha agrupación; el presidente Andrés Manuel López Obrador rompió el tradicional serie de vivas que lanzan los mandatarios mexicanos, al menos durante el último siglo. Recordemos el grito de Miguel Hidalgo cuando pronunció ‘Muera el mal gobierno’; esta vez Andrés Manuel lanzó las consignas: ‘Muera la corrupción, ‘Muera el racismo’ y ‘Muera el clasismo’. El pueblo atento no se equivocó, ¡qué muera! le reviró al unísono.
Enlazo estos dos hechos al parecer inconexos en el tiempo, aunque no en espacio, que revelan a una sociedad mexicana profundamente racista y clasista. Para la élite mexicana la palabra cultura, acostumbrada a jerarquizar, también se clasifica en: la alta y la baja cultura.
Sobre el racismo cultural
Diversos estudios científicos afirman una y otra vez, que ese concepto, el de la raza, es un invento sin fundamentos de sociedades colonizadoras. Un hecho sorprendente, puntualizo, para una clase cuya bandera es la ciencia y la cual ha demostrado que las diferencias genómicas entre los diversos grupos humanos no rebasa el 0.1 % con lo cual, es posible aseverar con toda contundencia la inexistencia de las razas.
La discusión gira entonces sobre las siguientes preguntas, aunque alguna pudiera parecer de respuesta evidente y superada, incluso hasta una falsa interrogante. ¿Grupo Firme es cultura?; ¿qué es cultura?; ¿hay buenos y malos gustos musicales? Recurro a una definición sobre cultura pronunciada en la inauguración de la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible: Cultura hoy en día, según mi entender y propuesta, es todo aquello que nace en una comunidad o naciones derivado del conocimiento, el temperamento, las tradiciones y las costumbres que tienen, crean o han heredado. Cultura ya no es más, en exclusiva, el arte de tocar un violín o la figura del mármol1.
Interpreto esta última parte de la definición como un llamado enérgico para todo aquel o aquella que piense en la música banda, otro género musical o cualquier manifestación de alguna comunidad no es cultura; porque nace o se hace, desde su visión, de alguien inferior de belleza, intelecto, biología —¡qué las razas no existen carajo!— o ideología.
En nombre de la raza, éstas y éstos racistas valoran distinto las diversas manifestaciones culturales de su sociedad. Aunque México habla cada vez más de la lacra que representa su racismo social, poco se detiene a desmenuzar el racismo cultural que también padece.
Durante mucho tiempo, habrá que hacer memoria y usar el retrovisor, la palabra cultura englobó sobre todo a las bellas artes; en cambio las expresiones emanadas desde los distintos pueblos originarios fueron catalogadas de exóticas, de singulares y excepcionales. Una etiqueta publicitaria que funcionó para la creación de una imagen nación emanada e instrumentalizada desde el Estado mexicano; principalmente que se presentaba singular, curiosa y única frente al mundo.
Sin embargo, como afirma Federico Navarrete, ese carisma étnico de los pueblos originarios que vendía muy bien al exterior (…) no debía salir de los carteles de promoción turística, de las ferias y de las exposiciones — pues amenazan y opacan en el interior— con el progreso y modernidad de la nación2. En otras palabras, la diversidad y pluralidad étnica sólo debía ser manejada como un elemento que alimentaba la estética de la identidad nacional (folclorización); es decir, a través de las tradiciones, las danzas, las vestimentas y las artesanías. Pero, debía quedarse en la vitrina de los objetos raros o curiosos, en el espacio museístico o en los libros de Historia y Antropología; negando así que los pueblos originarios representan un conjunto de culturas vivas y presentes, con sueños y anhelos propios.
En resumen, a lo largo de la conformación del Estado-nación mexicano, la tradicionalidad indígena ha sido clave para su consolidación; sin embargo, como antagonistas también se han colocado valores como el progreso, la modernidad, lo blanco, la industrialización, el futuro o lo global. Es decir, una perspectiva racista en tanto que encasilla a los diversos pueblos originarios en exactamente los valores opuestos: la tradición, lo moreno, lo artesanal, el pasado y lo local.
La intrincada relación entre la artesanía y el diseño
En ese sentido, las diseñadoras y los diseñadores industriales y en general la disciplina del diseño, ha —hemos sería más justo— intentado resolver ese antagonismo entre los mencionados conceptos. Esa tensión existente entre la industrialización y el trabajo manual con la incorporación de diversos grupos artesanos; muchos de los cuales pertenecen a los pueblos originarios.
Como afirma la historiadora Ana Elena Mallet, en México, la modernidad en el diseño del entorno de vida se interpretó como el proyecto de unir las tradiciones y condiciones locales con el sueño de la industrialización3. Sin embargo, en muchas ocasiones dicha unión (…) parece más una etiqueta publicitaria que un reconocimiento a la producción artesanal que se integra. El riesgo según Samayoa —es claro y evidente—: crear una caricatura de la cultura mexicana.
En muchas ocasiones la colaboración con los distintos grupos artesanales implica el blanqueamiento de sus objetos, de sus creaciones y sus procesos. Esto genera un fenómeno idéntico al que describe Bolivar Echeverría, en el cual las personas transforman su apariencia física, su vestimenta, la forma de hablar, sus gustos y un largo etcétera en busca de ser lo más blanco posible. Ello termina por reafirmar la supuesta natural y legítima posición de los pueblos originarios: la de marginación y pobreza, de discriminación y abandono.
Volteemos la mirada a saberes y comunidades que han sido soterrados porque históricamente se les asocia a un concepto eurocentrista de modernidad. La respuesta no siempre estará adelante, en el supuesto futuro. La innovación es en realidad la tradición que funciona y prospera.
De lo que se trata en realidad es de generar un espacio de análisis y reflexión en torno a la producción artesanal que refleje la vinculación intercultural; con respecto a coexistir en un territorio plurilingüe, pluricultural y pluriétnico que lejos de diferenciar, una a diferentes culturas visualizando así nuestro patrimonio tangible a través de la artesanía o de cualquier otra manifestación cultural.
Abandonemos los discursos de odio y reflexiones en torno al racismo cultural que(…) reduce a la creación y al arte en todas sus manifestaciones, a modelos clasistas o elitistas que menoscaban a los que creen inferiores y a los cuales hay que hacerles entender que, al agredir a otro, se agreden a sí mismos, a la cultura universal y a la cultura histórica; a ese constructo en donde antiguos y presentes, cada uno, ha contribuido con una parte4.
Este artículo forma parte de una colaboración con el sitio web coolhuntermx y fue originalmente publicado con el nombre "Blanqueando a México: el racismo cultural".
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- Gutiérrez, Muller (2022) Discurso inaugural de la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible – MONDIACULT
- Navarrete, Federico (2017) Alfabeto del racismo mexicano. Malpaso
- Mallet, Ana Elena (2022) Folio: Una modernidad hecha a mano. MUAC, UNAM
- Congreso de Artesanía 2022